Distancia - 12 de agosto de 2015


Distancia.
(Del lat. distantĭa).
1. f. Espacio o intervalo de lugar o de tiempo que media entre dos cosas o sucesos.
2. f. Diferencia, desemejanza notable entre unas cosas y otras.
3. f. Alejamiento, desvío, desafecto entre personas.
4. f. Geom. Longitud del segmento de recta comprendido entre dos puntos del espacio.
5. f. Geom. Longitud del segmento de recta comprendido entre un punto y el pie de la perpendicular trazada desde él a una recta o a un plano.
guardar las ~s.
1. loc. verb. Observar en el trato con otras personas una actitud que excluye familiaridad o excesiva cordialidad.
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Cuando cumplí  veinte años me fui de mi casa. Me independicé. Soñaba con vivir sola, con ganar mi dinero y hacer lo que me venía en gana, pensé que sería libre y feliz. No fui ni tan libre ni tan feliz.

Omití el detalle de que me fui —según Google— a 1063 km de mi casa. En auto se tardan: 11 hs 53 min, en avión: 1 h 30 min. Me deprime un poco ver que el vuelo dure tan poco y que por falta de dinero no haya viajado más veces. En 11 años, tampoco mi familia vino tantas.
Ahora me doy cuenta de que hay varios 11 en este párrafo, en la numerología significa algo muy potente. No me quiero ir por las ramas, pero la simbología de los números es muy interesante.

La distancia física es una cosa, el desafecto entre personas es otra. Quizás una lleva a la otra. Los caminos que hay que recorrer en ambos casos son trabajosos, cuestan dinero o cuestan orgullo. Se puede volar y llegar rápidamente al otro lado o se puede ir en auto tranquilos sin apuro como si tuviéramos tiempo de sobra.

Siempre viví lejos de la familia de mis padres y ahora vivo lejos de mi papá y de los demás parientes. Diría que estoy acostumbrada, me resultaría raro almorzar todos los domingos con él o con otros familiares. Vivir lejos de alguien no significa estar lejos. Alejarse es un acto del interior, una decisión del corazón. Si estoy lejos de alguien es porque no digo cosas que siento, ni las que pienso ni comparto las ideas que se me cruzan por la mente. Alejarse es otra cosa.
Por ejemplo, tengo una amiga que vive en Alemania, cada vez que chateo con ella me siento como si estuviéramos tomando un té en su casa. Los temas que hablamos nos acercan, claro que sería bárbaro verla cara a cara, pero esos miles de kilómetros se vuelven nada cuando comenzamos a charlar.

Conozco a mucha gente que se fue de su casa a vivir muchísimo más lejos que yo y se ve más seguido con su familia. Yo no tenía adonde recibir a nadie y quizás por eso no venían. Es lo que imagino, nunca lo pregunté ni ellos me preguntaban demasiado qué necesitaba. En fin. Así las cosas, pasaron 11 años sin visitas recurrentes.

El espacio o intervalo de lugar que media entre mis seres queridos se podría acortar bastante si de las dos partes hiciéramos el mismo esfuerzo en volar, tomar un colectivo o venir en auto hacia un punto medio. Nunca se nos ocurrieron esas ideas. Ellos tienen autos y camionetas, yo no. El que se fue tiene que volver, siempre, gastar el dinero que no tiene para cumplir con el deber de visitar. Son cosas que no se dicen, pero se saben.
Con el tiempo dejé de extrañarlos, dejé de pensar en sus vidas, tampoco ellos pensaban mucho en la mía o no lo demostraron, ni idea.  Cuando digo familia incluyo a los abuelos, tíos, primos. Todos los que tengamos vínculo de sangre. Sí, a algunos quiero más que a otros, pero los vínculos se construyen con distancia o sin ella.  Hasta creo que varios no me conocen.

Quizás es algo común, todas las familias tienen esa tensión entre el estar biológicamente conectados y el ser familiar con el otro. A mí me es más familiar una amiga que cualquiera de ellos.

La distancia también es una actitud: no estar, no llamar, no preguntar, no interesarse, no viajar, no proponer puntos de encuentro, no escribir, preguntar y no escuchar, escuchar sin atención. Son actitudes que se toman para poner distancia, para alejarse. Es todo lo que suelo hacer si no me interesa una persona. Algunas veces mi mente lucha: lo digo o no lo digo y ahí gana la actitud: la acción, en vez de solamente decir, hago y demuestro lo que quería expresar.

Por otra parte, mi manera de estar presente y acortar distancias es así: conversando o escribiendo, no voy mentir y decir que estoy siempre físicamente, porque no es  verdad. Estoy, los que me quieren y quiero me encuentran fácilmente. Quizás yo no supe entender cómo los demás acortan sus distancias.

Desde mi lado, que es el del que se va. La distancia fue dura. Estar sola y saberme sola. Esa fue mi sensación y mi decisión. Del otro lado hubo silencios, y no sé qué decían esos silencios.

Hablaron y los interpreté como una orden de hacéte hombre sé fuerte y aguantá cualquier situación, porque vos lo elegiste, te fuiste así que ahora viví esa vida que soñabas. Quizás mi orgullo no quería ir a pedir ayuda, pero el pedir lo aprendí hace muy poquito, así que no me voy a exigir en retrospectiva.

Todo eso me lleva a pensar en el “dilema del erizo” de Schopenhauer. Donde la imagen sería esta: un día muy helado, un grupo de erizos buscan mantener el calor, pero si se acercan se hieren y si se alejan demasiado, se mueren de frío.

Y yo, no me quiero morir de frío. 

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