Estructura - 3 de julio de 2015


Desde muy pequeña me interesé por el significado de las palabras. Cuando le preguntaba a mi papá: “¿qué significa ‘estructura’?”, él me respondía: “Buscálo en el diccionario”. Fueron tantas las veces que él me contestó de ese modo que, un buen día, el fastidio que me generaba revisar los tres tomos del diccionario de español se esfumó, y comencé a disfrutarlo. No solamente me enteraba del significado de la palabra que me intrigaba, sino también podía conocer otras nuevas de arriba o debajo de la lista en la letra que estaba. Es por eso que siempre que necesito entender algunos temas busco palabras en el diccionario, las que definen al concepto que busco y las palabras más comunes para captar algo que —quizás en el camino de las obviedades del día a día— se me perdió.

No es menor el descubrimiento del contexto cuando una niña busca palabras sueltas en un diccionario tan extenso. Resulta ser que había más de un significado en algunas palabras, porque estas podían ser utilizadas en diversas conversaciones y materias, es decir, en diferentes contextos. Traigo aquí el significado que da la Real Academia Española de “estructura”, así se ve en la web: 
estructura.
(Del lat. structūra).
1. f. Distribución y orden de las partes importantes de un edificio.
2. f. Distribución de las partes del cuerpo o de otra cosa.
3. f. Distribución y orden con que está compuesta una obra de ingenio, como un poema, una historia, etc.
4. f. Arq. Armadura, generalmente de acero u hormigón armado, que, fija al suelo, sirve de sustentación a un edificio.
~ profunda.
1. f. Gram. En gramática generativa, esquema abstracto de las relaciones gramaticales de las frases de una lengua dada o de un conjunto de ellas.
~ superficial.
1. f. Gram. En gramática generativa, reflejo de la estructura profunda en las frases de una o varias lenguas.
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Distribución, orden, armadura, esquema, profunda y superficial. Son las palabras que llaman mi atención al releer esta definición. ¿Vieron que es interesante hurgar en un diccionario?

Desde nuestro parto —nuestro partir hacia el exterior de nuestra madre— aparecemos en una estructura: la familia o cualquiera sea el ámbito donde caíste. Ambos padres, hermanos o los padres y el bebé solo. Una madre con vos, un padre solo con vos, una abuela, un abuelo, un hermano mayor, o incluso si te quedaste solo, también esa es una estructura, un esquema, un orden (o desorden) de la vida que te recibió.

En ese lugar adonde llegamos, nos movemos al ritmo de los demás, al principio nuestros instintos son más fuertes y lloramos por una mamadera, la teta o porque tenemos sueño. Esos actos también responden a otro orden: nuestro organismo, el cual porque también tiene una estructura que mantener reclama que sus necesidades se suplan para subsistir. Entonces, tenemos la estructura de nuestro cuerpo y la de nuestro entorno, que nos ordena la vida. Las actividades cotidianas también son parte de un esquema para movernos en el día a día, incluso esas que hacemos casi como autómatas: cepillarnos los dientes, lavarnos la cara, tomar un baño, hasta la manera en que preparamos el mate.

El ritmo de la casa donde te criaste lo llevas dentro, ni te das cuenta, ni me doy cuenta hasta el modo en que estoy pensando en este momento, mi modo de escribir es un reflejo del entorno donde crecí, dan cuenta de mi formación y hasta de mis padres. Quizás es por eso mismo que cuando digo la palabra estructura la imagen que aparece en mi cerebro es el esqueleto de un edificio de varios pisos todavía sin sus paredes. Se pueden ver las vigas y maderas que formarán un edificio completo. Pero ese esqueleto es lo que lo sostendrá, también están los cimientos, pero ese es tema para otro día.

La definición del DRAE cuando aclara que se refiere a la Arquitectura (Arq.) menciona que por lo general esa estructura es de acero u hormigón armado, materiales duros y que duran muchísimo tiempo.Por consiguiente, deduzco que cuando hablamos de estructuras de vida que abarcan nuestra mente, cuerpo y espíritu también reconocemos en ellas materiales duros, durables e irrompibles. Tan difíciles de mover, de modificar y todo porque “sirven para la sustentación de un edificio” o sea vos y yo, nosotros. Nuestro ser, nuestra persona es nuestro edificio. Llenos de vigas de hormigón para sostener nuestros pensamientos, nuestras acciones, nuestro modo de ver el mundo.

Todo lo que me enseñaron desde el principio fue a preocuparme por mi manera de vivir porque existen el cielo y el infierno, la muerte acecha y debo elegir en vida si creo en Jesús, si creo voy al cielo y si no, al infierno. Pero ojo, es por gracia –un regalo– Dios te ama por lo que sos, no por lo que hacés. Esto dicho brevemente, pero es una estructura muy fuerte. Es la base de la religión cristiana, una de las tres religiones monoteístas del mundo. Me lo habían implantado, eso aprendí, era lo que tenía que hacer, lo correcto y lo que se esperaba de mí. Que elija creer en Jesús de Nazaret y viva como una seguidora de él. Que es una relación personal con Dios, relación no religión. Es uno de los slogans utilizados, si venís de una iglesia cristiana sabés bien de lo que hablo.

Ahí comienza la confusión. Porque si era una relación que se basaba en el amor eterno de Dios para conmigo y yo creyendo ya estaba todo arreglado, no entendía cómo tenía que hacer tantas cosas para sostener otra estructura más como era la institución a la que íbamos todos los sábados por la noche y los domingos por la mañana y por la noche. Reuniones de aquí y de allá. Cantar, ensayar, tocar un instrumento, estudiar la Biblia. Nunca falté. Nunca. No recuerdo en mi infancia haberme quedado a mirar la tele o a dormir. Toda nuestra vida se ordenó en torno a la iglesia, su gente y sus actividades.

Mis padres eligieron servir a Dios, porque fueron llamados (suena raro, pero así se dice) a eso y dedicaron sus vidas a prepararse para servir a los demás y ayudarlos en ese camino del cristianismo, al que no quería nadie llamar religión, porque era una “relación con Dios no religión”. En fin, así era el esquema en casa. Todo lo que se esperaba que hiciera lo hice. Todo lo que creía que debía hacer, lo hice. Mi estructura me lo demandaba, en eso nos sustentábamos, se sostenía por la creencia y fe en Dios y en toda esa armadura que se llama iglesia, congregación, templo y creyentes. Éramos una familia al servicio de Dios. De hecho, muchas veces cuando mis papás no estaban en casa me llamaban señoras muy desesperadas deprimidas o enfermas para que uno de nosotros orara por ellas. Recuerdo una en particular, yo tenía doce años y recé algo para que se quede tranquila. Ahí capté la anestesia de la oración, no sé si fue lo que dije, el tono que utilicé al orar, Dios o solo el haberla escuchado, pero algo de todo ese combo la tranquilizó. No fue la primera ni la última vez que haría eso. Estaba muy acostumbrada, era la forma como se resolvía todo en mi casa: orando. Era automático. La mente no tenía lugar, solo la fe. Todo lo que no viene de la fe es pecado, decía mi mamá. Son creencias, postulados, vigas de una estructura que te ayuda a vivir.

¿Por qué cuento todo esto? Para que despertemos, para que nos preguntemos cuáles son las armaduras de acero u hormigón que nos rigen y ayudan a sostenernos. No está prohibido cuestionar, no está prohibido pensar.
No quiero desalentarlos, pero existen los terremotos. ¿Saben qué efectos tienen los terremotos sobre los edificios? Los desarman, rompen, quiebran, derriban, hacen polvo y sacuden la tierra donde están esos armazones de hierro. Ya lo sabían, claro, vimos muchos en la televisión.
Las estructuras sostienen, mantienen, duran en el tiempo. Pero un día puede llegar un sismo que hará temblar todo lo que creías como válido. Todo lo que te enseñaron puede derrumbarse y no está ni mal ni bien, simplemente es. Lo que te fue dado, lo que te inculcaron como único y perfecto, como incuestionable, no lo es.

No nos vamos a derrumbar por indagar cuáles son las cosas que nos mantienen a flote, que nos sustentan. Hacer un estudio cual ingeniero civil acerca de los materiales que nos definen en nuestro interior y nos sostienen no es tan mala idea.

Pensemos nuestros esquemas, órdenes y estructuras. ¡Ah! Ojo con los terremotos. 

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